
Qué decir de esta fase que no conozcan todos aquellos que han sentido en sus carnes lo que supone atisbar a pocos metros de ti esa pancarta que da por terminado tanto tiempo de dedicación, esfuerzo, sufrimiento, alegría, ...; esa pancarta pone, aunque parezca mentira, META.
En fin, en esta etapa se produce lo que yo denominaría un subidón anímico, que se refleja externamente en las caras de satisfacción de los corredores, e introspectivamente en pensamientos que resumen todo el esfuerzo previo por conseguir una heroicidad: “lo he logrado”, “por fin”, “soy un genio/a”, “aleluya”,... En definitiva, es un momento que todos los que lo hemos experimentado, resumimos en que es “para vivirlo”.
Es un momento, psicológicamente hablando, muy peculiar; digo peculiar, porque si nos fijáramos en esos corredores unos 500 metro antes, veríamos, tal y como comenté en la etapa anterior, un aspecto totalmente distinto y, sin embargo, parece milagroso que, de repente, nos olvidemos de nuestros dolores físicos, del calor, del cansancio, de la hartura psicológica, ...., y demos la sensación, siempre de cara al espectador, de que estamos como si no hubiéramos recorrido ¡42 kilómetros! sin parar, o lo que es lo mismo, cómo si no hubiéramos estado corriendo 3, 4, 5 o hasta 6 horas.
Quizás toda esta reacción quede explicada porque en nuestro organismo se produce la liberación abusiva de una hormona que todos en nuestra vida desearíamos liberar continuamente: la endorfina o, comúnmente hablando, “hormona de la felicidad”.
Fuente: http://www.estadium.ya.com/pematiga/extasis.htm
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